Repito su nombre mil veces todas las noches mientras descanso en mi cama a ver si me aparece su figura maldita deslizante bajo mis sabanas.
¿Será que he quedado atrapada en su hechizo? ¿Será que no tengo escapatoria más que rendirme a su embrujo, a esos labios que desbordan todo lo prohibido?
Y es que me niego a olvidar esos cabellos que brillan como el sol en primavera, esos ojos capaces de desmantelar cada pensamiento, esa sonrisa cautivadora, esas manos expertas.
Temo despertar y encontrar su cuerpo junto al mío, no sabría reaccionar, ¿será capaz mi alocada alma de aferrarse a otra alma sin más? ¿No será miedo al rechazo? Temo, al mismo tiempo lo anhelo.
Y así me tengo que conformar con su imagen creando estragos en mi mente, y conformarme con repetir su nombre junto a mi almohada, repetir su nombre como un mantra, como lo más sagrado que poseo.
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